/ Emiliosevilla

domingo, 19 de septiembre de 2010

Origen de Sevilla, Torre de Don Fabrique y Murallas y Puertas
ORIGEN DE SEVILLA

Los orígenes de Sevilla se remontan al siglo VIII antes de Cristo, cuando los tartesios se asientan a orillas del río Guadalquivir y fundan Ispal. El nombre de Sevilla proviene de la época árabe, cuando la Híspalis romana se convierte en Isbiliya.

El orígen mítico de la ciudad se atribuye a Hércules, que en uno de sus múltiples trabajos fundó Sevilla en su paso hacia el Jardín de las Hespérides (islas en el estrecho de Gibraltar).

Julio César, para sofocar la revuelta del hijo de Pompeyo, acude a la ciudad de Hispalis y en ella se dirigirá a sus habitantes desde el Foro Republicano, del cual, aún quedan restos en la calle Mármoles. En su discurso a la ciudad le da el título de Colonia Iulia Romula Hispalis que significa “Sevilla, la pequeña Roma de Julio”. De esta forma, San Isidoro, obispo de Sevilla en tiempos de los visigodos, pueblo bárbaro que se asentó en la península tras los romanos, le atribuye la creación del primer Cabildo o Ayuntamiento de la ciudad.

El reino Tartésico está rodeado de mito y misterio. Tartessos es mencionado en textos bíblicos por el rey judío Salomón, en textos griegos, y por historiadores y poetas antiguos como Avieno, Estrabón, Herodoto, Platón u Homero, pero todavía no se ha encontrado la capital del Imperio Tartésico. Se cree que pudo estar por el Coto de Doñana, otros arqueólogos, como Rodrigo Caro, creen que Tartessos, la capital del reino, desapareció debido a la invasión del mar y por eso no se han encontrado sus ruinas. En el mundo antiguo tartessos o Tarschich, como la denominaron los navegantes fenicios, era conocida como Eldorado o Paraíso, un país fértil en toda clase de frutos, riquísimo en oro, plata, estaño y hierro, y abundante en ganados. Salomón fue el primer comprador de todas las importaciones fenicias de Tarsich. Se cree que Salomón usó metales traídos desde tartessos por los fenicios para hacer su Templo.

En la orilla derecha del Guadalquivir, en Sevilla, sobre el barrio de Triana, cerca de Camas pueblo cercano a Sevilla, en el cerro del Carambolo, apareció en 1958, dentro de un tosco lebrillo( vasija grande) de cerámica, un conjunto de 21 piezas de oro correspondiente a dos ajuares distintos: 2 pectorales o colgantes, un collar, 16 placas de diademas y 2 brazaletes para el antebrazo, que datan del siglo VIII ó VII antes de Cristo.

Tartessos desapareció hacia el 500 antes de Cristo.


TORRE DE DON FADRIQUE

Esta torre, realizada en 1252, es parte de los restos del palacio del Infante Don Fadrique( nombre castellanizado del alemán Friedrich), hijo del rey Fernando el Santo.

Es quizá el único monumento de Andalucía perteneciente al periodo transitorio entre el románico y el gótico. El primer arco es semicircular, característico del arte románico, y el superior es un arco apuntado característico del gótico. Esta torre está situada junto al convento de Santa Clara, fundado por Fernando III desde la conquista de Sevilla en 1248.

Cuenta la leyenda que “ cuando murió Beatriz de Suabia, esposa de Fernando III, éste tenía 50 años y se casó por segunda vez con una joven francesa de 17 años, Juana de Sanmartín, condesa de Ponthieu. Al morir Fernando III, Juana comenzó a pasear con el joven infante, a pesar de ser su hijastro. Pese a las críticas que suscitaron estos encuentros, don Fadrique decidió construir la torre, con el pretexto de que serviría como lugar de defensa de la ciudad y sitio de caza, aunque se convirtió en el lugar de sus encuentros amorosos con Juana. Aunque él siempre había sido protegido por su hermano Alfonso X el Sabio, don Fadrique sería juzgado y ejecutado en Toledo, ante la presión del clero y la nobleza por los amores ilícitos con la viuda de su padre.

Otra leyenda se sitúa en el convento de Santa Clara. En la cocina del convento, Doña María Coronel, hija de una familia influyente y viuda de Juan de la Cerda, se desfiguró la cara arrojándose aceite hirviendo, debido al asedio y persecución al que era sometida por parte del rey Pedro I el Justiciero o el Cruel.


MURALLAS Y PUERTAS DE SEVILLA

Debido a su situación geográfica y a la navegabilidad del río Guadalquivir, Sevilla estuvo fortificada por murallas desde los tiempos de los cartagineses, por entonces realizadas en madera y barro.

Las murallas tienen origen romano en tiempos del emperador Julio César, aunque los almorávides y almohades, tribus musulmanas, las reformaron y completaron. Tenía unas 13 puertas y 2 postigos. A finales del siglo XIX se demolen las puertas y murallas por el ensanche urbanístico, excepto la puerta de la Macarena, la puerta torre de Córdoba, el postigo (puerta no principal) del aceite, y parte de las murallas en la Macarena y en los Jardines del Valle, por su buen estado de conservación. Tenían una longitud de 6 ó 7 kilómetros, con 150 torres situadas a 40 metros unas de otras. Entre las torres que quedan destacamos la Torre del Oro, la Torre de la Plata y la Torre Abd-el-Aziz, nombre que viene de un emir ( príncipe o caudillo árabe) que se estableció en Sevilla entre el 714 y 719. Estas 3 torres con sus murallas unían el río con el Alcázar ( casa real).

Después de la reconquista cristiana de Sevilla en 1248 las murallas ya no tenían función defensiva, pero siguió ocupando un papel importante en la defensa frente al gran enemigo histórico de Sevilla: el río Guadalquivir y sus avenidas.

Puerta de la Macarena: Es un ejemplo de las puertas sevillanas en las que fueron eliminadas gran parte de los elementos arquitectónicos islámicos por elementos clásicos entre el siglo XVII y principios del XVIII. En la época musulmana se llamó Bab-al-Makrina. Por esta puerta entraron los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, Carlos I de España y V de Alemania con su esposa Isabel de Portugal para casarse en Sevilla, y por último entró Felipe IV.

Puerta de Córdoba: Es una torre puerta almohade de la primera mitad del siglo XII. Sellama así por ser su salida natural hacia Córdoba. En la iglesia de San Hermenegildo, adyacente a esta puerta, hay colocada una lápida donde en latín y español se hace constar la leyenda del cautiverio y muerte de dicho santo; anteriormente esta lápida estaba colocada en la puerta de Córdoba. La leyenda dice que Hermenegildo, hijo del rey visigodo Leovigildo, abandonó su religión paterna, llamada arrianismo, para abrazar la fe católica al ser convencido por el arzobispo de Sevilla San Leandro , y casarse con una hermosa princesa católica llamada Ingunda. El protagonista se bautizó con el nombre de Juan, se autoproclamó rey en Sevilla y se levantó en armas contra su padre. Entonces su padre puso cerco a la rebelde y católica Sevilla, y Hermenegildo fue torturado y decapitado por su osadía; aunque como defensor de la fe católica pasó a ser Santo mártir.

Postigo del Aceite: se llama así porque por aquí entraba el aceite a la zona próxima de mercados. Por la parte de intramuros se puede admirar uno de los más bellos escudos de Sevilla, con San Fernando, San Isidoro y San Leandro, de 1573, como se puede leer en la lápida debajo del escudo. Se puede ver en las jambas( las dos piezas verticales que forman el cerco de una puerta o ventana) unos rieles en piedra cuya finalidad era colocar unos tablones para combatir las frecuentes inundaciones del río

Puerta Osario: Situada en la confluencia de la calle Puñorostro con la calle Osario. Su nombre viene de que había un cementerio extramuros. Existió una capilla al lado de la puerta dedicada a la Blanca Paloma , la Virgen del Rocío.

Puerta de Carmona: está situada al final de la calle San Esteban, junto a la calle Navarros. Si se asoma a un pequeño callejón, tras una reja entre una zapatería y una tienda de trajes de flamenca, se puede ver un lienzo de muralla de donde arrancaba la puerta. Los caños o acueducto de Carmona, que abastecía de agua a la ciudad y que todavía quedan restos en la calle Luis Montoto, pasaban adosada a esta puerta.

Puerta de la Carne: también se llamaba puerta de la Judería, ya que era la puerta hacia la judería, pero se quedó como Puerta de la Carne al existir un matadero fuera de la ciudad.

Postigo del Carbón: situada cerca de la Torre de la Plata, en el encuentro de la actual calle Santander (anteriormente se llamaba del Carbón) y calle Temprado. Por esta puerta pasaba el oro de las Indias, y posteriormente carbón. Se puede ver algunos restos de lienzos de muralla donde se apoyaba el postigo, en cuyo hueco tapiado hay un azulejo de la Virgen del Carmen.

Puerta Jerez: viene su nombre por ser salida natural hacia Jerez de la Frontera. Desde 1578 se puede contemplar una lápida en la esquina de la calle Maese Rodrigo y la Plaza de la Puerta Jerez; pero la ubicación exacta de la puerta se encontraba frente a la entrada del Hotel Alfonso XIII. La lápida, que es un bello resumen histórico poético de Sevilla, dice así:
Hércules me edificó
Julio César me cercó
de muros y torres altas
El rey Santo me ganó
con Garci Pérez de Vargas…

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